viernes, 1 de marzo de 2013

Sobre los "genios"


Grafitti de Rimbaud, él sí, verdadero genio.
Iván Thays, en su blog Vano Oficio, de El País, dedica su columna de esta semana a los "genios". Le recomendamos que, si usted se considera genio, imprima este textito, léalo con atención y luego, si quiere, siga pariendo genialidades. Saludos.
Los blogs, el Facebook y el Twitter han hecho crecer la cantidad de genios de manera exponencial. Nos sobran los genios. Nace uno cada semana, en cada suplemento literario, por cada reseñista entusiasmado. Y cosas geniales, ni se diga, esas brotan en cada tuit con una naturalidad pasmosa. "El escritor X es un genio" "Esta obra es genial" "La genialidad de Y es indiscutible" "¿En serio? ¡Sería genial!" "Lee esto ¡Genio total!" No hay espacio para los artesanos, los alfareros, los que amasan, trenzan, tejen, estiran, moldean palabras y frases. O se es genial o nada. Lo extraordinario no es suficiente. Ya no hay nada espectacular.
Lo más curioso es que incluso tenemos categorías de genios. Hay genios intermitentes ("no me gustan sus textos, pero esa frase suya es genial"), genios ocultos ("X escribe bien, pero Y, que no se conoce mucho, es un genio"), genios en parcelas ("es un genio de la ciencia ficción") y hasta genios probables ("No ha escrito nada, pero si lo hiciese... es que es un genio"). Sin contar con los grandes genios de la humanidad, coronados en su tiempo, librando ahora batallas contra las polillas y el polvo en bibliotecas rurales o en librerías de viejo.  
¿Qué hace a alguien genio? Su capacidad para sintetizar su tiempo, su trascendencia, su perfección, su inalterable capacidad de ser modernos siempre. Pero ante tanta proliferación de genios ahora ya no sé qué pensar. ¿Dante Aligheri es un genio pero J.K.Rowling es genial? ¿De eso se trata? Debemos aceptar como genios a los gastrónomos moleculares, a los cineastas con steadicam, a los futbolistas que consiguen filtrar un pase, a los modistos extravagantes, a los programadores billonarios de software, a los gurús de la industria tecnológica que construyen teléfonos que pueden decir tu nombre, a los grafiteros de cara desconocida, a los artistas que envasan mierda de elefante o ponen diamantes a las calaveras, al chico listo que escribe un libro ambicioso y al escritor mayor que se viste de blanco, al freak, al geek, al hipster, a los ganadores del premio Nobel y la beca MacArthur, a los empresarios exitosos, a los que sacaron un IQ superior a 150, al actor de moda, a la chica desprejuiciada que escribe una comedia televisiva que tiene buenos auspiciadores, al humorista que hace bromas políticamente incorrectas, al músico de garaje, al niño que se sabe las capitales del mundo y aprendió a leer a los tres años. La genialidad se ha convertido en un limbo tan grande que cabe el mismo infierno. La verdadera insolencia es ser mediocre porque incluso desaparecer levanta sospechas de genialidad.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

noto que últimamente andás soltando muchas frustraciones, gio. se te ve la saya, loco. algo me dice que andás resentido o envidioso con alguna cosa... a ver, ponete a pensar qué puede ser... pero pa'que no sufrás te recuerdo el gran novelista, ensayista, poeta, bloguero, periodista y genio que sos: el cipotío inmigrante que llegó a España comiendo mc donalds inventando encuentros con vila-matas (pobrecito, cómo se te salía la ingenuidad, como hasta hoy se te notan sin que te des cuenta), que al final los mismos españoles, patada en el culo medianre, le bajaron los sumos hasta que se fue de figueres, para llevar ahora una miserable vida de ser común. y tan especial que te creés.. jajaja