sábado, 17 de abril de 2010

El agua y su secreta voz

Sara Rolla y Marco Antonio Madrid, durante la presentación de La secreta voz de las aguas.
Marco Antonio Madrid presentó el jueves en el Centro Cultural Sampedrano su segundo libro de poesía, La secreta voz de las aguas, ante un numeroso público. Sara Rolla abrió la noche con el siguiente texto, que habla del agua como motivo recurrente en el libro:
Marco Antonio Madrid no es un autor (usando una frase del viejo léxico postal) de obras “de entrega inmediata”. Se toma su tiempo para sedimentar y pulir sus versos. Creo que es ese respeto exacerbado por el oficio lo que lo ha llevado a dilatar el lapso entre la publicación de su primer poemario, La blanca hierba de la noche, y la del que hoy presenta, La secreta voz de las aguas, en una esmerada edición de “mimalapalabra”.

Palabra y ritmo exquisitamente trabajados, sobriedad y poder de síntesis. Densidad referencial, hecha de sustratos múltiples (biográficos, literarios, filosóficos y mitológicos). Esos son los rasgos esenciales de la poética de Marco Antonio Madrid.

La obra está recorrida por imágenes del agua, es decir, por uno de los motivos más pródigos en reminiscencias filosóficas. (Recordemos, en la lìrica hondureña, el poemario Agua del tiempo de José Antonio Funes ).

Gaston Bachelard tiene un libro ya clásico, El agua y los sueños, sobre la trascendencia de ese elemento en el ámbito de la imaginación poética. Allí encontramos estos juicios que sintetizan la significación del agua como metáfora filosófico-poética:

El agua es realmente el elemento transitorio. Es la metamorfosis ontológica esencial entre el fuego y la tierra. El ser consagrado al agua es un ser en el vértigo. Muere a cada momento, sin cesar algo de su sustancia se derrumba (…) El agua corre siempre, el agua cae siempre, siempre concluye en su muerte horizontal (…) Para la imaginación materializante la muerte del agua es más soñadora que la muerte de la tierra: la pena del agua es infinita. p. 15 (1)

También aborda Bachelard la correspondencia entre forma y contenido en la poesía del agua. Dice:

El agua es la señora del lenguaje fluido, del lenguaje sin choques, del lenguaje continuo, continuado, del lenguaje que aligera el ritmo, que da una materia uniforme a ritmos diferentes. No vacilaremos en darle todo su sentido a la expresión que habla de la cualidad de una poesía fluida y animada, de una poesía que viene de las fuentes. pp. 278-9

Encontramos totalmente aplicables estos juicios a la poesía de Marco Antonio Madrid. Veamos algunos ejemplos del libro que nos ocupa.

En la primera parte de la obra, subtitulada “El otro río, el otro mar”, hay una presencia muy recurrente del agua, en imágenes simbólicas asociadas a referentes filosóficos y literarios. Reparemos en este ejemplo:

Río de la luz y de las sombras donde un hombre desciende
no para mojar dos veces
su talón en la corriente
sino para abrevar su vida,
sino para abrevar su muerte. p. 18 (2)

Permanentemente, el tono elegíaco, constante en la obra, se asocia con el tiempo y su símbolo esencial, el agua. Observemos otros ejemplos:

…Los días como un torrente / en la pupila. p. 21

Palabras que se hunden en busca de un lejano/ paraíso y el mar aislado en una gota/ y el rumor de un barco en las crecientes olas./ Lo que se va, lo que se ha ido ya. p. 22

“Responso de las aguas”, con epígrafe de Rimbaud, reelabora el motivo poético de la muerte de Ofelia:

Por el negro río de la noche Ofelia va./ Demencia de las aguas, /injuria de las aguas,/ soledad de las aguas. p. 26

“Tierra yerta” termina así:

Frágil,
tenue,
una sílaba nos nombra
junto a ese mar que vomita soledades.

Véase esa metáfora del verso final, fuerte y espléndida por la hábil selección del verbo. En “Leteo”, se usa como leit motiv “ha vuelto el agua…” Y el final es impactante:

Que las aguas borren de las aguas las heridas.
Que las aguas borren de las aguas los recuerdos. p. 40

En “El otro mar”, se dice:

Hoy el mar no existe sino en la memoria de sus olas. p. 43

Y hay una cascada de reminiscencias, donde lo autobiográfico se entrecruza con lo literario: “el mar de mi abuelo”, el “de Huidobro”, “el de Alfonsina”, el “de Walcott”.

En la segunda parte del poemario, “Poemas de las tierras altas”, se sostiene el tono elegíaco, marcado por ritmos hábilmente forjados con recursos iterativos.

El primer poema tiene un final excelente, en el que la memoria recuperada se asocia, nostálgicamente, con el agua:

Todo lo que creías olvidado, está en la memoria,
el sol en las zarandas, el misterioso sonido
del agua entre las piedras,
el río como un cuchillo de hielo atravesando
las sierras… ¡Las pequeñas cosas que fueron la vida!
¡Lo que ya se ha ido, lo que ya se ha muerto! pp. 49-50

En este breve acercamiento al libro, nos hemos centrado en la recurrencia de la imagen del agua como marca decisiva, en lo temático y estilístico. Es un abordaje limitado, sin duda. Para una valoración más rica y certera de la obra, remito a ustedes al excelente prólogo de Felipe Rivera Burgos y, desde luego, a la lectura directa, sin interpósitos juicios, de La secreta voz de las aguas.


  • Notas:
1 Gaston Bachelard, El agua y los sueños. México. Fondo de Cultura Económica, Col. Breviarios No. 279, 2003.
2 Marco Antonio Madrid, La secreta voz de las aguas. Tegucigalpa, mimalapalabra editores, 2010.

San Pedro Sula, 15 de abril de 2010
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Atada
Adherida
Con o sin derecho
Con o sin Memoria
A mi lecho
A mi sueño
A mi carne
A mi sangre
A mis huesos
A mi todo:

La Poesía

Marco Antonio Madrid

mesoletras dijo...

Gran poeta!