lunes, 20 de octubre de 2008

La pistola rusa

Fotograma de la película A bittersweet life, 2005.

Por Dennis Arita

sta es una pistola Stechkin APS de 20 tiros y cañón de 140 milímetros. Fue fabricada en Rusia en los años 40 para el Ejército Rojo. No es tan liviana, pesa más de dos libras, pero es muy eficaz y fácil de ocultar y llevar. De hecho, es fácil de desarmar", dice el hombre gordo. Sun-woo, que se ha hecho pasar por un traficante de armas al servicio del capo Han, ve al hombre gordo y no dice nada. Tiene cicatrices y moretes en la triste y hermosa cara lozana. "Lo mejor es aprender a desarmarla para conocerla bien", prosigue el hombre gordo. "Es muy fácil hacerlo cuando se tiene práctica. Se hace así, así y así".
Sun-woo ve al hombre gordo desarmar la pistola sin dejar de hablar, lo ve extraer el cartucho, desmontar la corredera y sacarla para dejar al descubierto el largo resorte que devuelve a la corredera a su sitio después de cada pistoletazo. Cuando termina de poner en la mesa las piezas de la pistola desarmada, el hombre gordo sonríe y mira el rostro magullado y triste de Sun-woo.
"¿Dónde te hiciste esas heridas?", pregunta. Sun-woo no dice nada. Su único objetivo es vengarse de su antiguo mentor y jefe, el siniestro jefe mafioso Kang que, por un motivo que ni él ni su discípulo pueden explicar, hizo que a Sun-woo lo sometieran a torturas y lo enterraran vivo en una tumba de la que milagrosamente escapó y después, en un momento de maldad suprema, ordenó que le dieran un teléfono para que rogara por su vida.
"Vaya, prueba a ver si puedes desarmarla; es facilísimo, hombre", dice el hombre gordo. Trae otra pistola rusa y se la da a Sun-woo y, con una sonrisa en su rostro abotagado, lo contempla mientras la manipula torpemente hasta desarmarla y armarla de nuevo.
"¿Viste?", exclama el hombre gordo, "pan comido, ¿no? Ahora hagámoslo los dos al mismo tiempo". Ambos sacan las piezas y esta vez Sun-woo lo hace rápidamente, casi tanto como el otro. Cuando terminan, el hombre gordo se ríe, pero se ríe consigo mismo, porque de nada le serviría reírse con Sun-woo, al que seguramente a estas alturas considera el equivalente de un trozo de carne sin cerebro ni más idea que las que el jefe Han le ha metido en la cabeza, ni con los dos secuaces sentados en el cuarto de al lado, dividido del sitio donde él está sentado con Sun-woo por un enrejado de alambre de malla: ambos son tan estúpidos que no podrían compartir la broma, si se trata de una broma.
Entonces el hombre gordo recibe una llamada a su celular. Se lo lleva al oído con una expresión de molestia. Sun-woo ve al hombre gordo que con el teléfono pegado al rostro contesta primero con enfado, luego con incredulidad y al final con temor. "¿Cómo? Repite eso. ¿Dices que él es...?". Cuando Sun-woo ve la cara del hombre gordo y su mirada alarmada que pasa de sus secuaces a las dos pistolas desarmadas, se da cuenta de que la llamada es del jefe Kang y que acaban de delatarlo.
En un juego veloz de miradas que van y vienen, Sun-woo y el hombre gordo se miran a la cara y luego ven las armas desmontadas y después a la cara y otra vez ven las pistolas rusas hechas pedazos, como pidiendo a gritos que alguien las restituya a su estado original. El hombre gordo está más asustado que nunca porque le acaban de decir por teléfono que el muchacho de cara aniñada que tiene enfrente fue el sicario más eficaz de Kang. En cambio Sun-woo, educado tal vez por la orfandad y las malas calles y seguramente por las enseñanzas delictivas de Kang, está expectante, la cabeza levemente echada hacia adelante, las manos sobre la mesa, listo para agarrar lo primero que sirva para eliminar a su enemigo, como ha hecho tantas veces antes en situaciones desesperadas. El hombre gordo voltea a ver a sus secuaces y se da cuenta de que están demasiado lejos y demasiado abstraídos y que cualquier movimiento que haga significará su muerte porque el sicario de Kang puede matar con sus manos desnudas. No importa mucho lo que ocurra luego, es muy probable que los dos imbéciles del cuarto de al lado se ocupen de Sun-woo, pero ¿podría importarle eso a un muerto?
La única manera de salir con vida, entonces, es armar la pistola rusa, hacerlo tan rápidamente como lo ha hecho tantas veces delante de sus clientes, como cuando en las noches vacías ha bromeado con Mikhail y Myung-gu y ninguno de los dos (aparentemente dormidos en el cuarto vecino) ha podido armar la Stechkin en menos de cinco minutos, como cuando le ha dado insomnio y se ha quedado armando y desarmando la pistola rusa mientras fuma y mira una película de dibujos animados.
Lo mismo piensa Sun-woo, pero sigue pensándolo y ya está en desventaja, porque el hombre gordo ha sido el primero en abalanzarse sobre la pistola rusa y comenzar a montarla. Aunque es una ventaja de apenas dos o tres segundos, un observador curioso que hubiese visto la escena habría pensado que eso es más que suficiente para que Sun-woo pierda, ya que el hombre gordo tiene más experiencia manejando la Stechkin APS. El problema es que no importa mucho lo que piense un observador curioso porque para el hombre gordo no es lo mismo armarla tranquilamente, mientras se hacen bromas y se piensa en los exitosos negocios del día, que hacerlo frente a uno de los asesinos más fríos de Seúl.
Los nervios ganan la partida. Como un relámpago, Sun-woo termina de armar la pistola rusa sólo medio segundo antes que el hombre gordo, se levanta y le desbarata el cráneo de un balazo justo cuando el hombre gordo ya tenía el brazo alzado y buscaba perforarle los intestinos.
Mikhail y Myung-gu se despiertan en el cuarto de al lado al oír las detonaciones y toman las armas típicas de todo secuaz incompetente: dos ametralladoras con las que teóricamente buscan derribar a Sun-woo, aunque no saben bien qué acaba de ocurrir, pero lo único que logran es destruir el local con ráfagas alocadas. Sun-woo, impasible, con su perpetua expresión de tristeza, los despacha con esmerados proyectiles en la cabeza y en el pecho.

*** Lo que escribí arriba es mi versión de una de las secuencias más famosas de la película surcoreana A bittersweet life, dirigida en 2005 por Kim Jee-woon.

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