sábado, 16 de agosto de 2008

Tarantino, frente a los nazis

Roger Boyes. The Times
La nueva película de Quentin Tarantino promete ser un auténtico baño de sangre, incluso para el nivel de imperturbabilidad del que suele hacer gala el director estadounidense, autor de filmes como Pulp Fiction y Reservoir Dogs.
Si bien el rodaje comenzará en Berlín el 13 de octubre, el controvertido director está ya en la capital alemana para tomar allí las decisiones finales con respecto al reparto.
El papel estelar será interpretado por Brad Pitt. Su personaje, un teniente llamado Aldo Raine, está al mando de un grupo de soldados judíos norteamericanos que son lanzados a la Europa ocupada por los nazis para vengarse de los alemanes y destruir su moral.
El tono en que se desarrolla esta película, provisionalmente titulada Inglorious Bastards [Bastardos ignominiosos], lo justifica, al principio, el teniente Raine en una arenga que pronuncia ante sus hombres. Según una versión del guión filtrada a la prensa, el oficial les dice: "Todo hombre que esté bajo mi mando me debe cien cabelleras de nazis arrancadas de las cabezas de cien nazis muertos, o morir en el intento".
Pero posiblemente lo que conmocione más a los alemanes no sea la crudeza de esos episodios en los que se arrancan cabelleras, se graban esvásticas en la frente, se dispara a los testículos o se estrangula lentamente, todo ello presentado con la acostumbrada afición por los detalles de Tarantino. Lo más grave será aceptar cómo la Segunda Guerra Mundial se convierte en una especie de libro de cómics violentos en el que ni un solo personaje alemán ostenta ningún valor personal.
A juzgar por este guión de Tarantino que se ha filtrado, el único alemán bueno es el alemán muerto, concentrándose la totalidad del suspense en la forma en que debe morir. Para la moderna Alemania, todo ello supone un regreso a los tiempos más crudos de la propaganda de guerra antialemana. "Éste es un caso en el que la cultura popular se ha tropezado con la Alemania nazi y el Holocausto y con una fuerza sin precedentes", ha dicho Tobias Kniebe, crítico de cine del diario Suddeutsche Zeitung. "Y los efectos de esta colisión son absolutamente impredecibles".
Durante 60 años, los directores de cine alemanes han utilizado las películas de guerra como instrumentos pedagógicos para mostrar la forma en que los buenos alemanes deberían haber reaccionado frente al terror nazi. Recientemente, en Alemania se ha producido un intenso debate sobre si se debió haber permitido o no que Hollywood hiciera una película sobre el conde Claus Schenk von Stauffenberg, el hombre que intentó acabar con la vida de Hitler con una bomba y al que todo el país considera, casi, como un héroe de guerra.
Lo más probable es que esta película de Tarantino, antes que procurarles el perverso placer de escribir unas malas críticas, lo que cause sea un paro cardíaco a todos los críticos cinematográficos alemanes. "Todos esos historiadores y críticos de cine alemanes que ya se habían quedado sin aliento por culpa de Tom Cruise y de sus intentos de conseguir una imagen correcta de Von Stauffenberg se sentirán tan horrorizados por Inglorious Bastards que, de inmediato, la atacarán salvajemente", continuaba diciendo Kniebe.
"Aunque es muy posible que ése, precisamente, sea el plan de Tarantino". De hecho, el director norteamericano ya está asegurando insistentemente que su película, en realidad, "no tratará en absoluto sobre la guerra, y, mucho menos aún, sobre Alemania".
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